Un Amor Protector

Final

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. espica3
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo 11
    Liliana volvió de Melbourne y ayudó a Benja con los últimos preparativos de la subasta, que salió de maravilla, pues las donaciones fueron espléndidas… joyas, viajes, un coche, champán importado, un yate de lujo y un fin de semana en un balneario.
    En cuanto a Grant, siguió llamando cada vez más, las amenazas iban subiendo de tono y, por otra parte, a Camila se le hacía cada vez más difícil seguir viviendo con Benja porque cada día que pasaba a su lado lo deseaba más y más.
    ¿Sentiría él lo mismo?
    La noche de la subasta, Camila eligió un vestido deslumbrante de seda rosa que envolvía su figura y rozaba sus tobillos al andar. El cuerpo del vestido llevaba varias hileras de piedras de cristal que se perdían en la falda creando un precioso efecto cascada.
    —Estás preciosa —le dijo Benja mientras se preparaban para salir de casa.
    Él estaba impresionante con su esmoquin. Camila era consciente de que a todas las mujeres de la subasta se les iba acelerar el corazón cuando lo vieran, pero aquella noche era suyo.
    Camila se recordó que tenía que sonreír Y dar apariencia de que era la mujer más feliz del mundo. Se le daba bien fingir ante la gente, así que no tendría problema.
    El vestíbulo del hotel era espectacular y había sido muy bien decorado. El toque experto de Liliana era evidente. No había ni una sola butaca vacía. Todo indicaba que la velada iba a ser todo un éxito.
    —Está todo fantástico —sonrió Liliana.
    —Desde luego —sonrió Benja—. Espero que los invitados pujen alto —añadió, pensando en los niños de la fundación para la leucemia que se beneficiarían de ello.
    Ben estaba en un discreto segundo plano, pero siempre pendiente de Camila, y Benja había contratado a más guardias de seguridad para verificar los carnés de identidad de todo el mundo que entrara en él salón de baile.
    No era muy probable que Grant intentara nada en público. Su estilo era más discreto.
    Benja no había reparado en gastos y la cena de tres platos acompañada de un maravilloso vino estaba acorde con la carísima entrada que había que pagar para asistir a la subasta. Para cuando terminó la cena, todo el mundo estaba deseando comenzar a pujar. Por supuesto, hubo unos cuantos discursos, incluyendo uno de Benja, que habló de los niños enfermos y de lo mucho que necesitaban aquella ayuda.
    A continuación, se proyectaron en una pantalla las imágenes de los premios y comenzó la subasta. Las cifras comenzaron a subir más de lo que estaba previsto. Dos paquetes para pasar una noche en París y Dubai con avión y de vuelta y siete noches de hotel fueron los más disputados, seguidos de cerca por la semana en Nueva York y en Ámsterdam. Las mujeres no dejaron pasar la oportunidad de hacerse con las joyas, y el coche fue adjudicado a un ciudadano prominente que lo adquirió por mucho más de lo que costaba en el mercado.
    Cuando la subasta terminó, se habían recaudado varios millones de dólares. La velada había sido un maravilloso éxito que le había permitido a Camila ver en primera persona los intereses filantrópicos de Benja.
    —Supongo que estarás encantado.
    —Sí —contestó Benja, mirándola a los ojos.
    —Veo que los elogios eran ciertos —comentó Camila.
    —¿Eso es un cumplido? —bromeó Benja.
    —Sí —admitió Camila en tono divertido—, pero que no se te suba a la cabeza.
    Después de la subasta, tomaron café y abandonaron el hotel pasada la medianoche. Al llegar a casa y mientras subían las escaleras, Camila tuvo la sensación de que los dos tenían muy claro lo que iba a suceder aquella noche. Llevaba toda la velada pendiente de él, nerviosa, deseándolo, deseando sentir su boca, deseando que la abrazara, deseando sus caricias…
    ¿Se daría cuenta Benja de cómo se sentía?
    Tras entrar en el dormitorio, Camila dejó su bolso de fiesta en una silla mientras Benja se quitaba la chaqueta. Camila se quitó las joyas con cuidado y se giró hacia Benja, que dio un paso hacía ella, la tomó entre sus brazos y la besó.
    —Estás intentando seducirme.
    Benja sonrió.
    —¿Lo estoy consiguiendo?
    —Mmm, un poco.
    Benja le acarició un pecho y comenzó a dibujar círculos con la yema del pulgar alrededor del pezón, lo que hizo que Camila sintiera una espiral de placer por todo el cuerpo.
    —¿Mejor así? —bromeó Benja.
    —Bueno… un poco mejor, sí —bromeó ella también.
    —A ver qué te parece esto —le propuso Benja apoderándose de su boca.
    En cuanto sus lenguas entraron en contacto, Camila se dijo que estaba perdida. Deseaba con todas sus fuerzas unirse a aquel hombre, disfrutar de él y de lo que la hacía sentir.
    Quería volver a vivirlo porque ante sí tenía muchas noches solitarias y quería llevarse buenos recuerdos. Algún día, Grant desaparecería de su vida y ella volvería a su casa.
    Camila se dio cuenta entonces de que no le apetecía volver a su casa. ¿Pero y qué podía hacer? No se podía quedar con Benja aunque se lo pidiera. ¿Cómo iba a aceptar afecto en lugar de amor? ¿Cómo iba a vivir con él sabiendo que no era dueña ni de su corazón y de su alma?
    Benja la miró a los ojos.
    —Ya estás otra vez dándole demasiadas vueltas la cabeza.
    A continuación, le tomó el rostro entre las manos y la besó. Camila comenzó a responder. Le daba igual cómo terminara la velada. Quería todo lo que ocurriera, compartir la dulzura, lo salvaje, el deseo, todo, sentirse especial y única en sus brazos.
    Camila se dijo que no hacía falta hablar, así que comenzó a quitarle la corbata, le desabrochó a continuación los botones de la camisa y deslizó las manos hacia la cremallera del pantalón mientras Benja se quitaba los zapatos, los pantalones y los calcetines.
    Camila se mordió el labio inferior al ver su erección y Benja se quedó mirándola a los ojos. A continuación y con mucho cuidado, le quitó el vestido de seda, que cayó al suelo. Lo único que Camila llevaba debajo era un tanga de seda del que Benja no tardó mucho en deshacerse también.
    Camila sintió las manos de Benja sobre sus hombros, por detrás. Benja comenzó a besarla por el cuello hasta que llegó a la cicatriz que tenía en la nuca y, desde allí, bajó por toda su columna vertebral para volver a subir. Mientras su boca trabajaba en la espalda, sus manos lo hacían por delante, jugando con sus pechos hasta hacerla jadear de placer.
    Benja la tomó en brazos y la llevó a la cama, la depositó entre las sábanas y se tumbó a su lado. Camila sentía que estaba viviendo un sueño mientras Benja recorría cada centímetro de su cuerpo con la boca, parándose de vez en cuando en un lugar concreto hasta hacerla gemir.
    —Por favor —gritó Camila con una voz que no reconoció como suya.
    Benja se apoderó de su boca, se introdujo en su cuerpo y sintió cómo Camila lo recibía con sus músculos internos, arqueando la cadera y pasándole los brazos por el cuello.
    Entonces, comenzó moverse lentamente, Camila se puso a su ritmo y juntos llegaron a un maravilloso orgasmo que los hizo gritar a ambos de placer.
    Después, Benja abrazó a Camila y permitió que se durmiera acariciándole la espalda. Camila se despertó oyendo el latido del corazón de Benja. Al instante, le apeteció repetir lo que habían hecho horas antes, pero no se atrevía a tocarlo ni a acariciarlo aunque necesitaba explorar y descubrir las zonas erógenas de su cuerpo.
    ¿Y sí la rechazaba? Camila decidió arriesgarse, alargó la mano y le acarició la cintura. A continuación, lentamente subió hacia sus costillas, exploró su pezón masculino y le puso la mano en el hombro.
    Benja no se movió y su respiración no se alteró. Camila siguió acariciándole el brazo, llegó a su cadera, se adentró entre sus muslos y fue directamente a su entrepierna.
    —Si sólo buscas jugar, te sugiero que pares ahora mismo —le dijo Benja.
    —¿Y si no lo hago?
    —Entonces, ten muy claro cómo va a terminar esto —sonrió Benja.
    —¿Es una advertencia o una promesa?
    —Las dos cosas.
    Camila chasqueó la lengua y comenzó a acariciar su cuerpo lentamente, disfrutando de la textura de su erección, comenzando desde la base y llegando a la cabeza, la parte más sensitiva. Dejándose llevar por la curiosidad, apartó las sábanas y comenzó a lamerle el pecho. A continuación, se deslizó por su abdomen y, cuando llegó al ombligo, escuchó satisfecha que a Benja se le aceleraba la respiración.
    Cuando llegó a su sexo, lo recorrió con la punta de la lengua dejando un reguero de placer.
    —Ten cuidado, agapi mu —le advirtió Benja tomándole la cabeza entre las manos—. Si sigues así, no voy a aguantar mucho.
    —Pues me apetecía seguir un rato —contestó Camila.
    —Imposible —contestó Benja, colocándose entre sus piernas y penetrándola sin preliminares.
    Camila sintió que aquello era mucho más de lo que creía posible, una invasión primitiva, pagana y descontrolada que los llevó a explotar al unísono. Al terminar, Camila pensó que no se podía mover. Tampoco era que le apeteciera hacerlo.
    Benja la trató con dulzura, besándola y acariciándola hasta que Camila se durmió entre sus brazos, sintiéndose completa y segura.

    Capítulo 12
    Todo estaba listo para el desfile de verano pero, de todas maneras, Camila revisó las listas, confirmó con Micky unos cuantos ajustes de última hora, escuchó cómo la presentadora de la gala hacía el discurso de bienvenida y cómo, a continuación, presentaba el primer modelo de Arabelle.
    Habían trabajado mucho para llegar a aquel momento e Camila cruzó los dedos para que todo saliera bien. La música comenzó a sonar y la primera modelo salió a la pasarela.
    El exclusivo auditorio de Double Bay era maravilloso, había mucha gente invitada e Camila rezó para que todo discurriera sin incidentes. De la ropa informal pasaron a los trajes de chaqueta y la categoría que siempre se llevaba los mayores aplausos fue, como de costumbre, la de vestido de fiesta.
    Cuando la última modelo abandonó la pasarela, la presentadora llamó a Camila, que salió a saludar, seguida por sus modelos. Para aquella ocasión, se había vestido de negro y había escogido mallas, botas de tacón alto por la rodilla y camiseta negra, llevaba el pelo liso y suelto y, desde el estrado, presentó a cada modelo y llamó a Micky para la final.
    En aquel momento, vio a Benja al final de la sala y levantó la mano en señal de que lo había visto. Al ver que Benja le sonreía, sintió una sensación maravillosa por todo el cuerpo.
    —Hemos triunfado —le dijo Micky mientras todo el mundo aplaudía.
    —Sí —contestó Camila mientras volvían al vestuario.
    Mientras sus ayudantes recogían los vestidos y los accesorios con cuidado, Camila y Micky les dieron las gracias a las modelos.
    —Anda, vete ya —le dijo Micky—. Por favor, dale un beso a ese prometido tuyo que está como para comérselo —añadió con una gran sonrisa.
    —¿En público? —bromeó Camila—. Qué vergüenza.
    Al salir a la sala, Camila se encontró con su madre, que la envolvió en un gran abrazo.
    —Querida, qué bien ha salido todo —le dijo Liliana—. Qué orgullosa estoy de ti.
    —Gracias a tu apoyo, mamá.
    —Ya sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras.
    —Increíble —le dijo Benja, poniéndole las manos en los hombros y besándola en la boca.
    —Gracias por venir —le dijo Camila sinceramente—. No esperaba verte aquí.
    —No puedo quedarme mucho —se disculpó Benja—. Tengo una reunión.
    —Me basta con que hayas venido —contestó Camila.
    —Me tengo que ir, pero esta noche saldremos cenar y a celebrarlo —le dijo besándole la mano.
    —¿Me estás pidiendo una cita?
    Habían ido a varios actos sociales, llevaba viviendo un tiempo en su casa, había ocupado su cama y se había hecho pasar ante todo el mundo por su prometida, pero, ¿una cita?
    —¿Solos tú y yo?
    Benja se rió.
    —Ya me encargo yo de la reserva —se despidió.
    Mientras observaba cómo se iba, Camila se dio cuenta de que muchas mujeres lo seguían con la mirada y pensó que, si de verdad fuera suyo…
    Le había entregado a Benja su corazón y su alma, pero no sabía lo que sentía él por ella. En algún momento, la ficción y la realidad se habían mezclado y ya no sabía lo que era real y lo que no.
    Aparte de su experiencia en la cama, ¿qué tenía de Benja? El suficiente afecto como para ofrecerle su protección, pero eso podía ser única y exclusivamente porque sus acciones habían contribuido a la reaparición de Grant en su vida.
    En aquel momento, la representante de una cadena de tiendas se dirigió a ella y durante un buen rato Camila se vio sumida en un ajetreo de preguntas y respuestas, de saludos y felicitaciones.
    —Enhorabuena, me ha encantado el desfile.
    Camila se giró al oír la voz de Danika y se encontró, efectivamente, con la espectacular modelo.
    —Gracias —contestó, pensando que seguro que tenía algún as guardado en la manga.
    —¿Ya habéis puesto la fecha de vuestra boda?
    —No, todavía no.
    —La verdad es que debe de ser maravilloso saber que cumples con los requisitos que Benja buscaba en una mujer para convertirla en su esposa —añadió la modelo—. Yo estuve a punto de decirle que sí porque es increíble en la cama, pero eso de tener hijos no es para mí —añadió—. Ya sabes, una realmente no se recupera jamás de esas cosas —añadió—. Uy, perdón, ¿acaso creías que era por amor?
    Camila sonrió.
    —Qué triste —dijo con dulzura—. No hay nada como una persona que no sabe perder.
    Dicho aquello, se giró y se fue al vestuario donde, para alivio suyo, Micky y las chicas lo tenían ya todo recogido.
    —Ha sido maravilloso, fantástico, increíble —le dijo su socia, abrazándola—. Tenemos citas, promesas, pedidos y peticiones para que hagamos más desfiles —añadió emocionada—. Oye, ¿por qué no estás contenta?
    —En una palabra: Danika.
    —¿Está celosa?
    —No te lo puedes imaginar.
    —¿Qué te parece si lo metemos todo, en la furgoneta y les decimos a las chicas que se encarguen ellas de llevarlo al taller mientras tú yo nos vamos a tomar un café, que nos lo tenemos bien merecido? —le propuso Micky.
    —Me parece bien.
    Media hora después, Camila y Micky eligieron una cafetería y entraron. Ben las seguía a una distancia prudente. Tras hacer repaso entre las dos de lo bien que había salido el desfile y de unas cuantas cosas que querían cambiar para el próximo, Camila anunció que tenía que irse, pues había quedado a cenar con Benja.
    Micky le dijo que se iba a quedar un rato más en la cafetería haciendo un par de llamadas e Camila salió del local y comenzó a recorrer la corta distancia que la separaba del 4x4. En el camino, se paró un momento a mirar un escaparate. De repente, sintió que Ben la empujaba hacia adelante con fuerza, escuchó el ruido de unos frenos, el derrapar de unos neumáticos y la explosión del cristal cuando un coche atravesó el escaparate de la tienda.
    Camila se apresuró a ponerse en pie y comprobó sorprendida que el coche se había quedado metido en la tienda con el radiador roto, a juzgar por el vapor que salía de la parte delantera.
    —¿Estás bien? —le pregunto Ben.
    —Sí, un poco sorprendida, pero estoy bien. ¿Qué demonios ha pasado?
    En un abrir y cerrar de ojos, vio a Micky corriendo a su lado. Su amiga la sentó en una silla, pidió agua y le indicó a Ben que ya se hacía cargo ella de Camila para que él pudiera hacer lo que tuviera que hacer.
    El guardaespaldas asintió, marcó un teléfono y habló brevemente.
    —Benja viene para acá —anunció.
    —Estoy bien —les aseguró Camila—. No me quiero sentar —añadió ante la insistencia de su amiga.
    —Siéntate —repitió Micky—. Siéntate porque vas a necesitar estar sentada para oír lo que te tengo que decir. Grant está atrapado en ese coche.
    —¿Grant? —repitió Camila palideciendo.
    —Sí, Grant.
    Camila se quedó sin palabras. La policía, los bomberos y una ambulancia no tardaron en llegar. Benja también apareció rápidamente.
    —¿Estás bien? —le preguntó a Camila, colocándose en cuclillas a su lado.
    —Sí —sonrió Camila.
    —Gracias a Dios —dijo Benja sinceramente tomándole el rostro entre las manos y besándola brevemente.
    Su presencia la reconfortó mientras los diferentes equipos de uniformados se hacían cargo de la situación con eficiencia sincronizada. Los bomberos abrieron la puerta del coche con unas herramientas gigantes, sacaron a Grant, lo metieron en la ambulancia y la policía comenzó a hacer preguntas.
    Cuando terminaron, Benja condujo a Camila a su coche y se puso al volante. Mientras conducía, Camila pensó que todo había terminado, que Grant sería tratado en el hospital, arrestado y acusado.
    Aquello significaba que ya podía volver a su casa y a su vida normal. ¿Por qué no se sentía aliviada y feliz?
    —Vamos a llegar tarde al restaurante —comentó al ver que estaba anocheciendo.
    —He cancelado la reserva —contestó Benja.
    —No hacía falta.
    —Prefiero que cenemos tranquilamente en casa —contestó Benja.
    Lo cierto era que necesitaba tenerla sólo para él, tomarla entre sus brazos, no quería compartirla con nadie.
    —¿Adónde vamos? —preguntó Camila al ver que estaban tomando una ruta diferente.
    —A un centro médico privado.
    —¿Por qué? Estoy perfectamente.
    —Por favor.
    —Eres un exagerado.
    —Tómatelo como una medida de precaución.
    Camila asintió.
    Al llegar al hospital, todo el personal la estaba esperando, así que supuso que Benja había llamado con antelación. Tras un pormenorizado examen, el médico le aseguró que no tenía nada, sólo unos cuantos golpes.
    —Ya te lo dije —le dijo Camila a Benja mientras abandonaban el centro.
    —¿Te apetece que compremos comida china para llevar? —le preguntó Benja.
    —Sí, tengo hambre.
    Aquella noche, cenaron en la terraza. Cuando hubo terminado, Camila subió a su habitación para ducharse y cambiarse de ropa. Quería ducharse para que el agua borrara el incidente. Una vez en la ducha, se dijo que el tiempo curaría sus heridas mentales. Sin embargo, nada haría que olvidara lo que sentía por Benja.
    El amor era un sentimiento duradero. Amar sin ser amada era difícil. Camila se dijo que aquella noche se iba a quedar a dormir allí, que se merecía una última noche para saborear y recordar.
    En ese momento, Benja se unió a ella en la ducha.
    —¿Quieres ahorrar agua o qué?
    —Sí, siempre he sido muy ecologista —contestó Benja, tomando la esponja con jabón que Camila tenía en la mano.
    Camila disfrutó de la experiencia. El calor iba apoderándose de su cuerpo allí donde Benja pasaba la esponja. Empezó por sus pechos y fue bajando mientras sus labios se encontraban en la base de su garganta.
    —Mmm, qué bien se te da.
    —Pues no he hecho más que empezar.
    Aquello que empezó así se convirtió en una gran celebración, una experiencia de caricias sin fin, de besos apasionados, de prolegómenos exquisitos que prometían mucho.
    Cuando los dos estuvieron preparados y en un movimiento coordinado, Camila lo abrazó de la cintura con las piernas y Benja la apoyó contra la pared y se colocó para introducirse en su cuerpo.
    Camila le dio la bienvenida con un beso erótico y ardiente e hicieron el amor lentamente. Fue tan maravilloso que, cuando terminaron, a Camila le entraron ganas de llorar pues le hubiera gustado que no hubiera terminado jamás.
    A continuación, tras secarse el uno al otro y el albornoz, se dirigieron al dormitorio. Una vez en la cama, Benja hizo zapping durante un rato hasta que encontró un programa que les interesaba a ambos. Acurrucada a su lado y con la cabeza apoyada en su hombro, Camila se dijo que no quería estar en otro lugar más que allí, con el brazo de Benja por encima de sus hombros, abrazándola.
    Al amanecer, Benja la buscó e Camila se entregó a él gustosamente, jugando y disfrutando hasta que ambos se encontraron compartiendo un sexo tan salvaje que los dejó a ambos jadeantes y listos para seguir durmiendo.

    Capítulo 13
    A la mañana siguiente, Camila se levantó temprano y se quedó quieta para no molestar a Benja, pensando en todas las semanas que habían transcurrido, en la ansiedad tanto emocional como mental.
    Ahora todo había terminado.
    Camila no sabía si alegrarse o ponerse a llorar. Era libre para volver a su vida, ya no tenía que seguir bajo la protección de Benja, podía volver a su casa.
    Entonces, ¿por qué dudaba? Porque se quería quedar, quería comprometerse. Todo o nada. ¿Iba a ser capaz de arriesgarse? ¿Se iba a atrever?
    No…
    Esperaría a que Benja se fuera a trabajar y, a continuación, haría las maletas.
    La noche anterior había sido muy especial. Todas las veces que habían hecho el amor habían sido especiales, pero lo de anoche había sido un banquete para los sentidos, una relación primitiva e imposiblemente erótica.
    El desayuno sería la última comida que compartirían. Luego, se despediría de él con un beso como si no pasara nada. Podía hacerlo, ¿verdad? Tampoco podía ser tan difícil.
    ¿Cómo que no? Fue lo más difícil que Camila había hecho en su vida. Mientras veía cómo Benja iba hacia la puerta, sentía que el corazón se le partía.
    «No pienses, no llores, sube las escaleras, recoge tus cosas y vete. Deprisa», se dijo.
    Camila estaba terminando de hacer la bolsa cuando tuvo la sensación de que alguien la observaba.
    —¿Qué haces?
    —¿Benja?
    Camila se giró y comprobó que, efectivamente, era él.
    —Creía que te habías ido.
    —Eso no contesta a mi pregunta —respondió Benja mientras Camila seguía haciendo la maleta.
    —Vuelvo a mi casa —contestó Camila.
    —No, de eso nada.
    —Ya no hay razón para que siga aquí.
    —¿Cómo que no? ¿Y lo que hemos compartido? ¿Qué es?
    —Sexo.
    —¿Sólo sexo? —se indignó Benja.
    —He dejado el anillo en el cajón de arriba de la mesilla.
    —Quédate.
    —No puedo.
    —¿No puedes o no quieres?
    —Ha sido maravilloso mientras ha durado —contestó Camila.
    —Maldita sea, te pedí que te casaras conmigo.
    —Lo que me propusiste fue un matrimonio de conveniencia —le recordó Camila.
    —Te puedo ofrecer todo lo que quieras.
    «Excepto lo que de verdad necesito, tu amor», pensó Camila.
    —Te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí —le dijo sinceramente.
    —¿De verdad crees que te voy a dejar marchar?
    —No me lo puedes impedir.
    —¿Qué quieres para quedarte? Dime cuál es tu precio.
    —No hay ningún precio —contestó Camila.
    Sólo dos palabras.
    Camila metió la última prenda en la maleta y la cerró.
    —Camila.
    —Seguro que nos veremos en alguna fiesta.
    Benja se quedó mirándola intensamente durante unos segundos.
    A continuación, agarró las maletas y comenzó a bajar las escaleras.
    Juntos, avanzaron hacia el garaje en silencio. Una vez allí, Camila desactivó el sistema de alarma de su coche y abrió el maletero para que Benja metiera las maletas.
    Había llegado el momento que tanto había temido.
    —¿De verdad es esto lo que quieres? —le preguntó Benja.
    Camila asintió, pues no quería hablar, abrió la puerta y se colocó al volante. A continuación encendió el motor, metió primera y se fue.
    Ya lloraría cuando estuviera sola.


    Su casa se le hacía oscura y solitaria, así que Camila pasaba muchas horas en el taller, negándose a atender ninguna llamada personal que no fuera de su madre.
    No aceptó ninguna invitación a actos sociales y le confesó a Liliana que el compromiso con Benja había sido una farsa para hacer caer a Grant.
    Los días se convirtieron en semanas e Camila se dijo que estaba bien, pero comía poco y dormía menos. Todas las noches soñaba que estaba Benja, en su cama y se despertaba bañada en sudor.
    Sola.
    Menos mal que tenía el trabajo para distraerse. Una mañana, la llamó su madre para invitarle a cenar y, aunque a Camila no le apetecía nada salir, se sintió obligada a decir que sí.
    Poco antes de las siete de la tarde, duchada y arreglada, bajó al vestíbulo de su edificio y vio el coche de su madre, que la estaba esperando en la calle.
    —Cariño, estás preciosa.
    ¿De verdad?
    No lo había hecho adrede. Simplemente, se había puesto un pantalón de fiesta de color verde esmeralda, zapatos de tacón y se había dejado el pelo suelto.
    —¿Adónde vamos?
    —Es una sorpresa.
    Eran casi las siete y media cuando Liliana la condujo a un restaurante pequeño e íntimo donde el maître las saludó con educación y las sentó en una mesa con un ramo de flores espectacular.
    Camila se dio cuenta de que eran las únicas personas que iban a cenar y así se lo hizo saber a su madre.
    —Siéntate, cariño, yo tengo que ir hablar un momento con el maître.
    Camila se sentó y se fijó en que todas las mesas tenían una vela. Al cabo de unos segundos, se acercó un camarero y le dijo que le iba llevar agua y la lista de vinos. Lo cierto era que Camila no tenía mucha hambre, pero, tal vez, una copa de vino le diera fuerza y le abriera el apetito. ¿A qué olía? ¿Champiñones salteados? ¿Pan con hierbas?
    Su madre estaba tardando un rato. ¿Y dónde se había metido el camarero? Al sentir un movimiento, levantó la mirada y se quedó de piedra al ver a Benja caminando hacia ella, alto y muy masculino.
    Entonces, se dio cuenta de que había sido víctima de una conspiración, pero, ¿con qué objetivo?
    Camila se quedó mirando a Benja. Era incapaz de dejar de mirarlo.
    —¿Qué haces aquí? —le preguntó.
    —Si te hubiera invitado a cenar, ¿habrías aceptado?
    —Probablemente no.
    —Ahí tienes la respuesta —Contestó Benja sentándose frente a ella.
    —¿Para qué?
    —Para vernos, para tomarnos una copa de vino juntos, para disfrutar de la comida y para hablar.
    —No tenemos nada de lo que hablar.
    —Sí, tenemos muchas cosas de la que hablar.
    —Benja…
    —Venga, por favor, nos tomamos una copa vino, ¿eh? —insistió Benja, haciéndole una señal al camarero—. Tú eliges.
    Camila accedió, se tomó su tiempo y terminó eligiendo un vino blanco. Había música de fondo muy agradable y Benja no parecía tener prisa por pedir la cena, así que Camila buscó un tema de conversación.
    —¿Y mi madre?
    —Ella sólo tenía que traerte hasta aquí. ¿Te gusta este sitio?
    —Sí… ¿has reservado el restaurante entero?
    —Sí.
    —¿Por qué?
    —Ten paciencia.
    —¿Qué juego te traes entre manos?
    —No es ningún juego.
    En aquel momento, apareció el camarero, les sirvió el vino y le entregó a Camila un estuche, que Camila procedió a abrir. En su interior, había una rosa con una tarjeta en la que se leía: con amor, Benja.
    Camila sintió que el corazón le daba un vuelco, pero se dijo que sólo era un detalle, un detalle muy bonito que se llevaría a casa. La pondría en un florero con agua hasta que se le hubiera caído el último pétalo.
    El camarero volvió y ambos pidieron su cena. Mientras daban buena cuenta de ella, Camila se percató de que Benja sonreía más de la cuenta. Al instante, se dijo que más le valía no mirarle tanto la boca pues se moría por besarlo.
    —¿Estás bien? —le preguntó Benja.
    —Sí, claro, muy bien —mintió Camila, obviando que ni comía ni dormía—. ¿Y tú?
    —Ya me ves —contestó Benja, encogiéndose de hombros.
    Era evidente que Benja tenía algo en mente para haber organizado aquella cena e Camila se estaba poniendo cada vez más nerviosa, así que probó el vino para ver si se relajaba, pero entonces recordó que apenas había comido un yogur aquella mañana, así que cambió al agua.
    Camila no quiso tomar postre. Benja pidió un sorbete, le ofreció una cucharada y, cuando ella se negó, apartó el sorbete y se quedó mirándola muy serio.
    —Le pedí a una mujer que se casara conmigo y me rechazó —le contó.
    Camila no contestó.
    —Por circunstancias de la vida, terminó en mi casa y en mi cama —continuó Benja—. Me has cambiado la vida, Camila —añadió con ternura—. Amarte es mucho más de lo que creía posible.
    Camila no se podía creer lo que estaba escuchando.
    —Nada de lo que te dije te convenció para que te quedaras —concluyó Benja, apretando los dientes—. Era lo más importante de mi vida y no me salió bien. Te quiero. A ti. Te acepto tal y como eres y quiero compartir la vida contigo, te quiero a mi lado para siempre —continuó Benja arrodillándose ante ella—. ¿Te quieres casar conmigo? Por favor, deja que te ame todos los días de tu vida —añadió, sacándole el anillo de diamantes del bolsillo y colocándoselo en el dedo—. Aquí es donde debe estar.
    Camila sintió que una lágrima le resbalaba por la mejilla. No podía hablar. Se quedó observando fascinada cómo Benja se ponía en pie, la tomaba de la mano, la apretaba contra su cuerpo y la besaba.
    Camila lo abrazó con fuerza y lo besó también, perdiendo la noción del tiempo.
    —Te quiero —le dijo sencillamente.
    —Quiero pedirte otra cosa —añadió Benja.
    —Sí —contestó Camila.
    —Pero si no sabes lo que te voy a pedir —se rió Benja.
    —Me da igual, la respuesta sigue siendo sí.
    Benja volvió a besarla.
    —Cuando volvamos a casa, quiero que seamos como marido y mujer.
    Camila llevaba dos semanas sin él y no quería esperar ni una sola noche más, así que no protestó.
    —Tengo la licencia y un cura esperándonos en la habitación de al lado junto con tu madre y Micky —la silenció Benja.
    Camila lo miró sorprendida.
    —¿Tan seguro estabas?
    —No —contestó Benja con expresión vulnerable. Lo cierto era que se había pasado muchas noches en vela reuniendo el valor suficiente como para planear aquella noche y agonizando ante la posibilidad de que Camila no quisiera pasar la vida junto a él.
    —Si prefieres una boda por todo lo alto, lo haremos así.
    —No, ésta es perfecta —contestó Camila besándolo en la mejilla.
    Benja hizo entonces una señal al maître y, en un abrir y cerrar de ojos, había velas y orquídeas blancas por toda partes, apareció el cura acompañado por Liliana y Micky, ambas al borde de las lágrimas. En una ceremonia sentida y sencilla, el cura convirtió a Camila y a Benja en marido y mujer. Fue emocionante y espiritual y muy especial.
    Sus promesas fueron sencillas, pero profundas… amarse y respetarse durante toda la vida. Cuando llegó el momento de que el novio besara a la novia, Benja se inclinó ante su esposa con tanta reverencia, que a Camila se le saltaron las lágrimas.
    Después, hubo champán y risas, un violinista que interpretó canciones de amor y más comida. Liliana hizo fotografías con su cámara y a las once abandonaron todos juntos el restaurante.
    —¿Tienes algo que decirme? —le preguntó Benja a Camila mientras conducía hacia casa.
    —Que te quiero —contestó Camila, mirándolo—, mucho.
    —Es recíproco.
    Al llegar a casa, Benja la llevó directamente a su dormitorio y le hizo el amor con tanta reverencia, pasión, ternura y deseo, que Camila terminó llorando de felicidad y quedándose dormida entre sus brazos.
    En aquella ocasión, Benja también se durmió.

    Capítulo 14
    Al día siguiente, se levantaron tarde, se ducharon juntos, se vistieron de manera informal y bajaron a desayunar a la terraza. Hacía un día precioso, brillaba el sol y una suave brisa jugaba con los árboles.
    El día anterior, Camila había accedido a convertirse en la esposa de Benja Caramanis porque no quería vivir ni un solo minuto de su vida sin él, había decidido arriesgarse. ¿Y si le salía mal?
    —Saldrá bien —le aseguró Benja.
    —¿Siempre me lees el pensamiento? —sonrió Camila.
    —Me encanta discernir lo que estás pensando.
    —¿Tan transparente soy?
    —Sólo para los que te queremos.
    Camila se quedó mirándolo intensamente, pero no consiguió saber en qué estaba pensando.
    —Tú enmascaras tus pensamientos muy bien.
    —Es que tengo mucha práctica —le explicó Benja—. A mi padre se le daban muy bien los negocios, pero su vida matrimonial era un desastre.
    A continuación, le explicó a Camila en pocas palabras cómo había sido su infancia, una infancia compartida con varias madrastras a las que no les importaba en absoluto y con un padre al que raramente veía, una infancia que lo había convertido en el hombre que era.
    —Con el ejemplo de mi padre, me parecía lo más normal del mundo que el matrimonio fuera una asociación conveniente para ambos miembros basada en la confianza y en la fidelidad.
    —Sin ningún tipo de ingrediente emocional.
    —Exactamente. Me parecía que podía funcionar.
    —Pero yo no estuve de acuerdo.
    —Efectivamente —sonrió Benja.
    —Aun así, quisiste protegerme.
    —Sí.
    —Y te debo la vida.
    —Pero te fuiste de todas maneras —se apenó Benja.
    Camila comprendió que él también había sufrido.
    —¿Te parece mal que me fuera? Lo hice porque quería que me quisieras. Amar y ser amado es el regalo más grande del mundo. No tiene precio.
    Benja se puso en pie y se acercó a ella por detrás, le colocó las manos sobre los hombros y las deslizó hasta sus pechos en una caricia íntima y personal.
    —Te quiero —le dijo al oído.
    Camila deseó en aquel momento darle a aquel hombre la familia que nunca había tenido. Hijos, hijos de pelo oscuro que se parecieran a su padre y niñas rubias a las que él adoraría y protegería.
    —Tenemos que subir a hacer el equipaje —anunció Benja.
    —¿Ah, sí?
    —Sí, nos vamos a una pequeña isla griega.
    —Muy bien.
    —¿No vas a preguntar nada? —se rió Benja.
    —No, lo único que necesito saber es que vamos a ir juntos —contestó Camila.
    Benja la besó y la miró a los ojos.
    —Cuenta con ello —le dijo—. Tú y yo. Para siempre —añadió, tomándola en brazos.
    —¿Adónde me llevas ahora?
    —A la cama.
    Camila se rió mientras le pasaba los brazos por el cuello.
    —¿Pero no habías dicho que tenemos que hacer el equipaje?
    —Dentro de un rato —contestó Benja subiendo las escaleras.
    —Pero él avión…
    —Nos esperará.
    —¿También puedes hacer que un vuelo comercial espere?
    —No es un vuelo comercial, es mi jet privado.
    —Ah.
    Aquella fue la última palabra que Camila pronunció durante algún tiempo. Después de comer, pararon en su casa para recoger ropa y se dirigieron al aeropuerto. En pocos minutos, estaban a bordo del avión privado de Benja, cómodamente sentados.
    —Ahí está —anunció Benja.
    Camila se apretó contra él y miró por la ventana. Efectivamente, se trataba de una isla muy pequeña, tan pequeña que, según lo que le explicó Benja, tendrían que aterrizar en una mayor y tomar un barco para llegar a ella.
    —Pertenece a la familia de mi padre desde hace siglos. A mi padre le encantaba venir. A dos de sus mujeres les daba terror que estuviera en mitad de la nada y otra le exigió que construyera un moderno edificio para hacer soportable las estancias.
    En un rato, estaban en una pequeña embarcación saltando sobre las olas del mar Egeo. Llegaron a la preciosa isla donde el aire era fresco y limpio y olía a sal. Desde la playa, Camila vio un edificio blanco cubierto de vegetación.
    Una vez dentro, Benja les presentó a los guardeses, que se retiraron dejándolos a solas.
    —¿Sueles venir a menudo?
    El dormitorio principal era enorme, con cristaleras desde el techo hasta el suelo, una cama muy grande, dos baños y dos vestidores.
    —Es un lugar idílico para relajarse y descansar.
    ¿Habría llevado a otras mujeres a aquella isla?
    —No —dijo Benja.
    —No sabes lo que estaba pensando.
    —Claro que lo sé —contestó Benja, acercándose a ella y besándola de tal manera, que Camila sintió que el deseo se apoderaba de ella y le daban ganas de tirarlo sobre la cama y poseerlo—. ¿Damos una vuelta? —propuso sin embargo.
    —Preferiría quedarme aquí contigo —contestó Benja.
    —Anda, por favor, te prometo que luego lo retomaremos donde lo hemos dejado.
    Benja se rió, la tomó de la mano y bajaron a la playa, tomando un sendero que llevaba a una cueva de rocas. Camila se quitó las sandalias y se remangó los pantalones.
    —Te aconsejo que hagas lo mismo con tus pantalones si no quieres echar a perder unos preciosos Armani con la sal del agua.
    Benja la miró divertido, enarcando las cejas e Camila se dijo que llevaba demasiado tiempo trabajando y rodeado de mujeres sofisticadas que habían perdido la sencillez y el gusto por la vida espontánea.
    Benja se quitó los calcetines, los zapatos y los pantalones mientras Camila no le quitaba los ojos de encima y sonrió satisfecha. A continuación, lo agarró de la cintura y juntos volvieron caminando por la orilla del mar hacia la casa.
    —¿Quieres beber algo fresco?
    —Lo único que quiero eres tú —contestó Camila.
    Benja sonrió de manera sensual, la tomó de la mano y la llevó escaleras arriba.
    —Te habías quedado con las ganas, ¿eh? —se rió.
    —No te lo puedes imaginar —se rió Camila entrando en el dormitorio.
    En aquella ocasión, ella llevó las riendas, lo hizo jadear de placer hasta que el corazón le latía tan aceleradamente, que Benja creyó que se le iba a salir del pecho. Camila se tomó todas las libertades que quiso y lo acarició con las yemas de los dedos, con los labios y con la lengua allí donde le apeteció.
    Cuando Benja estaba a punto de explotar, la penetró y dejó que tomara él el control. Benja así lo hizo y la llevó al orgasmo, haciéndola gritar y siguiéndola a continuación en un orgasmo común mucho más potente que cualquiera que habían compartido hasta el momento.
    Después, se quedaron abrazados en la cama, Camila suspiró mientras Benja le hacía cosquillas por la espalda.
    En la isla pasaron días maravillosos e idílicos, nadando, explorando las cuevas cercanas, sin obligaciones sociales y sin necesidad de vestirse de fiesta, comiendo sólo cuando tenían hambre y haciendo el amor al atardecer.
    Camila perdió la noción del día que era, pero se dio cuenta de que podría estar muy bien embarazada de Benja. Por supuesto, tendría que esperar a que se lo confirmara el médico, pero quería compartir su alegría con su marido, contarle que, tal vez, habían hecho posible un milagro entre los dos.
    Le dio la noticia durante la última noche que pasaron en la isla y se lo dijo mientras paseaban a la luz de la luna por la orilla del mar.
    La reacción de Benja fue tal y como Camila había esperado.
    —Lo eres todo para mí, amor mío —le dijo Benja tomándola entre sus brazos—. Eres el aire que respiro, el amor de mi vida, no lo dudes jamás.
    —Soy tuya —contestó Camila sinceramente—. Ahora y para siempre.





    Fin
     
    Top
    .
  2. candelitas
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    si esq estas historias me encantan! ha estado genial!
     
    Top
    .
  3.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    La Abuel@ te presta la escoba

    Group
    Abuela Lectora
    Posts
    1,138
    Escobas
    +24

    Status
    A ESTADO ESTUPENDA ESCRIBE PRONTO OTRA HISTORIA DE CAMI Y BENJA ME ENCANTA FELICIDADES
     
    Top
    .
  4. Marissa16
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Oh x Dios!!
    Me encanto la novelita!
    Todas tus adaptaciones me facinan, y lo sabes ;)
    Me muero x leer el prox remake!
    No tardes en publicarlo!
    Besos
    Marissa
     
    Top
    .
  5.     +1   -1
     
    .
    Avatar


    Group
    Staff Abuelas Bibliotecarias
    Posts
    1,999
    Escobas
    +51

    Status
    Anonymous
    Hermosa, hermosa... m encantoo!!.. qe lindo todo termino bien!!!.. Benja r romantico con lo del restaurante y la propuesta de matrimonio.. mas tierno n-n.. m encant.. t felicito genia! :)
     
    Top
    .
  6. lore20
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    me encanto!!! :love:
     
    Top
    .
  7.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Horneas galletas con la Abuel@

    Group
    Staff Abuelas Diseñadoras
    Posts
    946
    Escobas
    +62

    Status
    bella
     
    Top
    .
  8. reinab
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Me ha encantado!!!!!
     
    Top
    .
  9. and7695
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    ME ENCANTOOO <3

    precioso como le propuso matrimonio se preocupo porque las personas mas importantes para ella esten ahi :)
     
    Top
    .
  10. lau-tur
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    que historia mas bonita, me ha encantado
     
    Top
    .
  11. jeniriverplate
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Queee lindaa la historiiaa es hermosa. te felicito no pude parar d leerla cuando la encontre recien la encontre y me la lei d una.un.saludo :mua:
     
    Top
    .
  12. morenika90
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Muy chula la historia. Felicidades..
     
    Top
    .
  13. julietagr
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    hermosa la historia. La he leido todo hoy y me encantó..
     
    Top
    .
  14. lionsolar
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    gracias que bueno que te gusto es una de mis historias favoritas tambien espero te gusten mis otras adaptaciones
     
    Top
    .
  15. Valeria Duque Gutierrez
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Me encantoo
     
    Top
    .
15 replies since 28/9/2011, 17:19   867 views
  Share  
.